No me digan Andy
Opinión
En el podcast que Morena produce regularmente para apuntalar la narrativa de la mal llamada Cuarta Transformación, apareció Andrés Manuel López Beltrán, el segundo de los hijos del expresidente de la República.
Conocido por hacer millonarios negocios al amparo del poder de su progenitor, justo lo que AMLO supuestamente combatió como opositor y luego como mandatario, Andy compareció en la arena digital tras ser señalado por propios y extraños como responsable de un retroceso electoral del partido oficial y oficialista en Veracruz y Durango.
Y es que como secretario de Organización de los guindas, Andy recibió el encargo paterno de consolidar el arrasador avance político que ha tenido el movimiento obradorista en su muy breve vida. Falló, al perder decenas de municipios veracruzanos y no poder arrebatar espacios vitales a la oposición duranguense.
Pero más allá de recurrir a los lugares comunes de culpar a todo y a todos de su derrota y convertirla discursivamente en una pírrica victoria, Andy fue mucho más allá y desnudó su propia naturaleza.
Luego de analizar la pieza de comunicación conducida por la mismísima presidenta de Morena, Luisa María Alcalde, concluyo tres cosas.
1.- Andy se queja de que los medios de comunicación -a quienes por cierto, tacha de “quemados”, con lo que justifica su ausencia en el debate público abierto- se ocupen de criticarlo cuando solo tiene un cargo de segundo nivel en la estructura partidista. Llama la atención que, si eso fuera cierto, sea su jefa la que lo entreviste como una celebridad, reconociendo que en realidad la jerarquía es inversa.
2.- Andy es igual de mentiroso que AMLO, al descalificar el proceso que perdió (aunque diga que ganó) por las mismas prácticas que los morenistas aplican en otros comicios que sí ganaron. Y corona su embuste con el cuento chino de que su papi ha sido el mejor presidente de nuestra historia. ¿Con un crecimiento económico cero, cientos de miles de muertos y la herencia de un verdadero caos nacional? Vaya descaro.
3.- Andy dice que le pegan por ser hijo de quien también dizque fue el mandatario más atacado desde Madero, pero al final del día reconoce penosamente que si no se llamara y apellidara como el expresidente es un pobre diablo. Lo es.
¿Cuál es el colofón de esta historia?
Que a Andy no le gusta que le digan Andy, y pide que no se refieran a él como Andy. Claro: quiere hacer campaña como “Andrés Manuel”. Yo llamaré a “no votar por Andy”.
Pobre Andy. Aunque las pruebas indiquen que es todo menos pobre, junto con sus amigos que forman el “clan” descubierto y hecho público por Carlos Loret de Mola.
Por cierto, ¿cuánto gana Andy?