Yo no iré a votar
Opinión
El próximo domingo habrá en México un proceso electoral que el oficialismo quiere vender como un logro democrático basado en el sofisma de que el pueblo mexicano elegirá a sus jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte.
Dicen los corifeos de la 4T que el 1 de junio será histórico, y lo será porque veremos culminar uno de los mayores despropósitos de todos los tiempos: la destrucción del Poder Judicial y la imposición de personajes afines al gobierno en turno, que previamente ya se había apoderado de otros contrapesos como el Legislativo y los organismos regulatorios autónomos.
Yo no acudiré a las urnas porque el proceso está viciado de origen. Procede de una elección de Estado, donde se usaron recursos públicos para influir descaradamente en los comicios presidenciales. Es resultado del mandato de una mayoría artificial lograda a través de la extorsión política y de la traición de un grupo de apátridas que así permitieron modificar la Constitución al gusto del vengativo Andrés Manuel López Obrador, con la complicidad de su sucesora.
No votaré en una simulación que pretende justificar como democrático el paso franco hacia la autocracia, que como cualquier dictadura vulgar, aspira siempre a controlar a su conveniencia el Poder Judicial.
No iré a la casilla que me corresponde porque los impartidores de justicia no deben someterse a la voluntad de personas a las que después habrán de juzgar. Porque los candidatos son más grillos que abogados, y otros de plano son malandros. Porque el gobierno impulsa a quienes quiere a cargo de los tribunales.
Por primera vez me abstendré de ejercer mi voto porque el Instituto Nacional Electoral volvió a ser apéndice del Poder Ejecutivo, y los sufragios no serán contados por los propios ciudadanos, a la luz y escrutinio de todos, sino en lo oscurito de los comités distritales.
Me rehúso a ser parte de una burda y escandalosa simulación donde la propia presidenta del INE, la traidora Guadalupe Taddei Zavala a quien nada más le falta cambiar los colores institucionales del organismo por los de su partido Morena, reconoció que el único resultado que se conocerá la misma noche del próximo domingo será el del nivel de participación ciudadana.
Vaya descaro. Al mismo árbitro de la contienda no le interesa la legalidad del resultado del partido, sino el número de asistentes a la tribuna, todo para justificar la necedad de organizar un encuentro sin sentido.
En términos de ética y responsabilidad democrática, no hay dilema real entre ir o no a votar. Se trata de repudiar la destrucción de México con nuestra ausencia, o avalarla con nuestra participación.
Así de simple. Así de dramático. Así de triste, porque el daño ya está hecho.