¿Unidad nacional?
Opinión
Imaginemos a un niño que ha sido acosado y maltratado durante todo el curso escolar por los líderes de una banda -ciertamente mayoritaria- y con él, todos los que no se habían sumado a esa pandilla de rufianes.
Un salón de clases donde ya no cuentan las mínimas reglas de urbanidad si esas no son avaladas por los buleadores y sus fieles seguidores, que lo son gracias a dádivas y beneficios de poder, con la complicidad de maestros, directivos y aun autoridades escolares que también fueron coptados o de plano desaparecidos por el nuevo poder de quienes ahora toman o arrebatan todo lo que tienen a su alcance.
Con ese escenario, un cabecilla similar de la escuela aledaña -más grande está y más fuerte él- se presenta para imponer sus condiciones de intercambio que, aunque desiguales, habían encontrado cierto cauce dentro de la complejidad manifiesta.
Para enfrentar su amenaza, la jefa del grupo citado pide ayuda a quienes sistemáticamente despreció, agredió, golpeó y sobajó. “Somos equipo”, les dijo, al mismo tiempo de hablarles de dignidad ante los recién llegados, que amenazan invadir su plantel. La misma dignidad que ella les arrebató a la mala y que ahora quiere recuperar para defenderse de un tipejo de su misma calaña.
Eso es lo que está haciendo la presidenta gandalla (con A), al clamar por unidad nacional frente a un desatado y enloquecido vecino. Olvida ella y su antecesor que ellos mismos dinamitaron la unidad del grupo en nombre de un espejismo de mejoría que nunca llegó.
Sí. El mismo gobierno que canceló proyectos viables para emprender otros inútiles; que tiene al país sumido en una espiral de violencia interminable; que ha olvidado a sus enfermos para premiar a sus leales; que hizo retroceder 40 años a la economía nacional y que miente todos los días para justificar el desastre, hoy se rasga las vestiduras para dizque defender una Patria ya mancillada por él mismo.
Ante la falta de estatura política y diplomática, la arenga patriotera. Enfrentar a un populista con populismo. Apelar al nacionalismo tras la destrucción nacional.
Por supuesto que quienes no atendamos al llamado de unidad se nos catalogará como traidores, aunque ese mote ya lo habíamos recibido simplemente por no estar de acuerdo con la mal llamada Cuarta Transformación y señalar las razones de ello.
Quienes hoy piden apoyo lo escatimaron en tiempos de pandemia y de plano lo proscribieron con su triunfo electoral aderezado por una falsa mayoría constitucional, en nombre de la cual han minado al país que ahora dicen defender, además de despreciar los llamados a la cordura y al equilibrio.
De cualquier manera, habrán de tragarse sus arengas para negociar con el “bully” y eventualmente ceder a sus peticiones, con apoyo interno o sin él, mientras quienes no nos dejamos engañar seguiremos buscando la forma de lograr esa unidad y mayoría para revertir el ominoso camino que ha seguido nuestro México.
En fin. Época de segundos pisos. Aquí y allá.