México desamparado

Opinión
El amparo mexicano fue por décadas ejemplo en el mundo.

No fue suficiente completar tramposamente una mayoría calificada en el Congreso para poder hacer cambios constitucionales al gusto y deseo de Andrés Manuel López Obrador y de su obediente sucesora.

No bastó borrar de un plumazo a todos los organismos autónomos que fungían como contrapesos del poder. Tampoco colonizar al Instituto Nacional Electoral y al Tribunal especializado en materia comicial.

¿Acaso la acometida contra la institucionalización del Estado mexicano terminaría con una Suprema Corte de Justicia a modo y deseo de la mal llamada Cuarta Transformación, con ministros incompetentes pero leales al oficialismo?

¡Qué va!

Si la intención era dejar a todos los ciudadanos a merced de la voluntad de un régimen autoritario, había que eliminar también el poderoso recurso del juicio de amparo, última herramienta para defenderse legalmente de actos de autoridad.

El amparo mexicano fue, por décadas, ejemplo en el mundo, por su complejo entramado para proteger a personas y empresas de querellas civiles, familiares, mercantiles, fiscales o hasta penales.  Hoy pende de un hilo con el pretexto de que fue usado excesivamente para proteger ilegalidades o abusos.

Otra vez, en lugar de diagnosticar y tratar adecuadamente un padecimiento de extremidades, el gobierno opta por la amputación del o los miembros infectados. No importa dejar inválido al paciente.

Todo el poder es la consigna. Hay que proteger al gobierno en turno de sus gobernados y no al revés. Que Dios nos ampare porque el Estado mexicano no lo hará más.

Pero hay un extra en esta historia de gandallismo. Aunque después lo negó, el gobierno de Claudia Sheinbaum buscó la puntilla con un transitorio que daba retroactividad a la nueva ley, con lo que se aplicaría aún en casos y juicios ya en marcha.

Otra vez la estrategia de “a ver si es chicle y pega”.  Y luego, echarse para atrás y con ello aparentar no solo supuesta magnanimidad, sino democrática empatía con los derechos individuales y de grupo que ya no existen en México.

Les tengo una noticia: aun sin la fallida última travesura, el nuevo ordenamiento jurídico en materia de amparo podrá no ser retroactivo, pero sí será retrógrada y lamentable.

Estamos ya desamparados.