La justicia, de mal en peor

Opinión
Lamentablemente no parece ser que la dupla Harfuch-Godoy mejorará la condición de zozobra en la que nos encontramos los mexicanos.

Más allá de concederle o no el beneficio de la duda al actual gobierno de la República, en el sentido de que el relevo de Alejandro Gertz Manero al frente de la Fiscalía General de la República podría representar una buena noticia para mejorar las condiciones de seguridad y justicia en nuestro maltrecho México, es más que claro que se avanza en un pernicioso y acelerado proceso de concentración de poder.

Gertz se movía al son del mando en turno. Así fue con Fox, Calderón y López Obrador. Lo empezó a ser -por lo menos en apariencia- con la actual presidenta Claudia Sheinbaum, pero las diferencias con Omar García Harfuch y la filtración de expedientes judiciales que involucran a figuras muy cercanas al expresidente, incluidos a sus hijos, hicieron inevitable un rompimiento.

La pregunta sigue siendo si la mandataria ostenta poder o si administra el que aún parece tener el hombre de Palenque. Y la respuesta es que AMLO mandó, manda y seguirá mandando, aun con la llegada de Ernestina Godoy a la Fiscalía o hasta la eventual salida de Rosa Icela Rodríguez de la Secretaría de Gobernación.

En una entrega anterior planteé la hipótesis de que después de los señalamientos en contra de Adán Augusto López Hernández, el político más cercano al macuspano, el senador tabasqueño se había convertido en un cadáver político.  Y ahora resulta que él es el gran ganador de la virtual destitución del controversial Gertz.

Porque suponiendo que Sheinbaum se haya querido deshacer del poderoso Fiscal para abrirle paso a su incondicional Godoy -que también lo es de AMLO- no le quedó más remedio de echar mano de López Hernández para que operara en el Senado la renuncia o hasta la destitución de Gertz. En otro escenario, la jefa del Estado simplemente volvió a obedecer instrucciones.

Eso deja al “hermano” del expresidente en una posición de poder igual o mayor que la que le heredó su paisano al dejar Palacio Nacional, y una vez más disminuye la capacidad de mando de la primera mujer presidenta de la República, que sigue sin ocultar su dependencia política y lealtad absoluta a su antecesor.

Como sucede siempre en las cada vez más frecuentes situaciones críticas para la huésped de Palacio Nacional, los oficialistas desataron a sus propagandistas para criticar la gestión de Gertz, culpándolo por ejemplo, de filtraciones de expedientes delicados de obradoristas al periodista Carlos Loret.  Vaya oso: eso solo confirma que dicha información era y es veraz. La comunicación de la 4T volvió a escupir para arriba.

Pero además de confirmar lo que ya sabíamos, lamentablemente no parece ser que la dupla Harfuch-Godoy mejorará la condición de zozobra en la que nos encontramos los mexicanos, a quienes no nos importa que los homicidios se hayan reducido un 30 por ciento, porque de ser cierto (que no lo es) ello no constituye alivio alguno, y menos con una Suprema Corte del Acordeón que día a día exhibe sus propias vergüenzas.

Gatopardismo chairo, pues.